Aquí tenéis otra carta de Francisco Chamorro en la que nos sigue contando cómo ha sufrido en los más de 16 años que lleva preso y cómo continúa sufriendo. Recordamos que el sábado, 23 de junio, su familia ha convocado una concentración ante la cárcel de Castellón I para exigir su excarcelación.
Castellón, 10 de junio de 2018
Buenos días, primero quiero decir en este día muchas gracias a la Asociación y a ti, por supuesto y a toda persona que ha escuchado a mi madre. Mi madre, que es la persona que más quiero. Por otra parte, han soltado a un compañero que estaba conmigo en esta enfermería de la cárcel de Castellón I y que está sufriendo lo insufrible, lo han soltado, pero cómo. Con metástasis por todo el cuerpo, cuando ya no se podía mover de su cama. Él mejor que nadie sabe todos los abusos que se están cometiendo en esta prisión. ¡Cuídate, amigo, y que Dios nos dé salud para vernos en la calle! Él bajaba al economato, se pegaba sus partiditas al dominó, pero fue decayendo hasta quedar postrado en la cama. Yo no quiero llegara a ese extremo, por eso prefiero arrastrarme con una muleta, aunque no siempre puedo y también me quedo en cama de los dolores y sin fuerzas. Me mantengo con los 20 euros que me ingresa mi madre, solo para poder comer un poco de jamón cocido y cereales, aunque es todo carísimo, pero, bueno, así me voy manteniendo.
Aunque no quería tocar el tema, te voy a hablar de mi esposa Manuela, que falleció en la prisión de Albolote, en Granada, el 26 de febrero de 2012, de un paro cardiaco. Te cuento lo más breve posible, porque no hay día que no recuerde a mi esposa. Tenemos cuatro hijos y nueve nietos que apenas conozco. El día 15 de febrero, estando trabajando en cocina, me llama la trabajadora social diciéndome que llamase a casa. Llamé a mi hijo Francisco y me dijo: “La Mama está en coma en el hospital”. Caí al suelo desvanecido, porque yo hablaba con Manuela dos veces al mes, por teléfono, lo permitido entonces. Solicité más información sobre su estado, pero no tenía contestación de nadie, estando en un módulo de máximo respeto. Pero nada, no sabía nada, nadie me decía nada. Susana, la trabajadora social, el educador D. José Espejo, que este tío ha sido el que más daño me ha hecho. ¡Cómo son en esta cárcel! Por fin, un funcionario me dejó ir a enfermería y hablé con Don Rafael. Él llamó a sus compañeros de la otra prisión y me dijo: “Siéntate, Francisco, tu esposa está muy mal, le han dado el tercer grado, está en coma, que te lleven lo antes posible”. Total, que llamé al funcionario y le expliqué que quería ver a mi esposa, que estaba muy mal. Fueron pasando los días y nadie me decía nada. No comía, no dormía, solo hacía que llorar y pidiendo por favor que me llevasen, que estaban mis hijos en el hospital y no dejaban de llamar aquí para que me llevaran para Granada.
Ya, por fin, se presenta Dª Celia, el día 20 o 21 de febrero, diciéndome estas palabras: “¿Qué te pasa? ¿Por qué das tanto por culo?”. “¿Qué no lo sabe? Que Manuela está muy mal”. “Bueno, ¿qué quieres?”. “¿pero qué pregunta es esa? Me quiero ir al lado de mi esposa y mis hijos”. “Pues echa la baja de cocina y del módulo”. Pero me lo dijo de malas formas. Y no queda todo ahí. Me sacan de conducción el día 26 de febrero, el mismo día que mi amor se me fue para siempre, de4s`pués de diez años en la cárcel. Hago noche en Picassent, paso por Murcia, campos del Río, donde también hago noche y, sobre las tres dela mañana, me llama un funcionario y me dice que me volvía a Castellón. Entré en cólera. Y al otro día, otra vez lo mismo, a Picassent y, al día siguiente, a Castellón I. allí, me cambian a otro autobús, a Tarragona. Cuando llego, un funcionario preguntó por mí y me dejó llamar. Llama a mi hijo Francisco y me dice: “Papa, a la mama la hemos enterrado hace cuatro días”. A día de hoy, no me creo que mi esposa Manuela está fallecida. No ha conocido ni a los nietos que tiene. Mis hijas, Tamara y Sheila, cayeron en depresión. La pequeña, Tamara, que hoy tiene 17 años, cuando hablo con ella por teléfono, me sigue preguntando por su madre inconscientemente. Dios mío, llevo 16 años en prisión. Todo está denunciado. Por lo de mis esposa estoy esperando respuestas. ¿Qué pasó realmente? Porque le entra un ataque a las 13:15 y la ingresan en el hospital a las 17:35. ¿Qué están encubriendo?
Bueno, hay mucho más, que me gustaría contaros en directo en vuestro programa de radio y a la asociación, si logro que la Señora Jueza de Vigilancia Penitenciaria me dé la oportunidad de seguir mi tratamiento en libertad, que me pertenece, con los controles que me exijan. No aguanto más toda esta presión a la que estoy sometido hace 16 años y algo más. Me comprometo ante toda España a ser referente para todas las personas de luchador y, sobre todo, que mi sitio cabe en la sociedad. Le mando unos documentos de todo lo que he trabajado en la prisión, cobrando y sin cobrar, cocina, mantenimiento, talleres… y cursos, por los que solo te dan hojas meritorias. Tengo méritos por buen comportamiento, pero a mí me han negado siempre mis beneficios penitenciarios. En estos momentos, estoy enfermo y no se me están haciendo los controles que se le tiene que hacer a una persona con cáncer de estómago, demostrado hace 9 meses. Y, para que no digan que soy una persona que ha pasado por la prisión dejando que pasen los años sin hacer nada, os permito a todo que veáis lo que Francisco Chamorro Giménez ha luchado por su libertad. Podéis ver los documentos que demuestran lo que vengo diciendo, desde mi diagnóstico de enfermo y que sea el Pueblo el que juzgue.
Gracias a todos.
Un abrazo a ti y a todos los que forman la asociación.
Francisco Chamorro Giménez