Hemos sabido que Alfonso Miguel Codón Belmonte se encuentra ahora en la UCI del hospital universitario de Santiago de Compostela después de un intento de suicidio, otro más de una larga serie. A primeros de febrero hablábamos de la situación límite a la que se encuentra sometido desde hace varios años este chaval de 24 años que está preso desde los 18, calificado de «extremadamente peligroso» por la administración carcelaria y sometido al régimen de encierro más duro posible, en el que él mismo denunciaba hace poco, para explicar un anterior intento de suicidio, que se sentía torturado psicológicamente y que estaba recibiendo frecuentes palizas y siendo atado a menudo a la cama durante horas. Cuando debería estar recibiendo cuidados especiales por los problemas psiquiátricos que sufre: ataques epilépticos frecuentes, graves trastornos afectivos, impulsos suicidas que le han llevado a intentar matarse en multitud de ocasiones, llegando a cortarse el cuello varias veces.
Con todo y con eso, su estado de salud mental no ha sido considerado seriamente en ningún momento, y no se ha efectuado diagnóstico que merezca ese nombre, ni se le ha prescrito ningún tratamiento terapeútico, aparte de una fuerte medicación a todas luces inadecuada, ni se han tomado medidas válidas para impedir que se suicide. Así que lo que ha sucedido se veía venir, con angustiada impotencia de nuestra parte, por ejemplo, y con fría indiferencia por la de las autoridades legalmente responsables de la salud y la vida de Miguel.
A mediados del mes pasado, nuestra compañera Silvia, explicaba claramente en un programa de radio la situación de las numerosas personas presas con enfermedades mentales, muchas de ellas sometidas a régimen especial de castigo en lugar de cuidadas adecuadamente. Y denunciaba muy en concreto el caso de Miguel dando una vez más la voz de alarma sobre él y advirtiendo de que podía pasar en cualquier momento lo que ahora estamos lamentando.
Tokata y fuga 17-II-2018. Extrema vulnerabilidad, extrema crueldad: personas presas con enfermedad mental en aislamiento
Pero la situación de Miguel, que ya viene durando años, había sido denunciada en abril y en julio del año pasado por el colectivo anticarcelario Tokata. Y también el Observatorio de los Derechos y Libertades gallego, Esculca, la denunciada en abril y presentó en junio una queja urgente ante la Defensoría del Pueblo, la cual no había sido respondida todavía un mes después por esa institución. Finalmente, se habló al parecer del asunto en el Parlamento gallego, sin que nada de todo ello haya tenido resultado positivo alguno, pues la administración penitenciaria se limitó a trasladar a Miguel de la cárcel de A lama a la de Teixeiro, dejándole en una situación prácticamente idéntica, a pesar de algunos cambios formales.
Como ninguna otra persona en la situación de extrema vulnerabilidad en que él se encuentra, Alfonso Miguel Codón Belmonte, no puede estar ni un día más en ese régimen penitenciario de máxima crueldad. Hacemos un llamamiento a toda persona sensible y solidaria a hacer lo que esté en nuestra mano para obligar a las autoridades encargadas de velar por su vida y bienestar a hacer lo que deben.
Para escribirle :
Alfonso Miguel Codón Belmonte
Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela
Rúa da Choupana, s/n
15706 Santiago de Compostela
Para llamar la atención a las “autoridades competentes”:
Cárcel de Teixeiro: teléfono (981 77 95 00); fax (981 77 95 85)
Juzgado de Vigilancia Penitenciaria nº 1 de A Coruña: teléfono ( 981 18 51 09); fax (981 18 52 01)
José Manuel Arroyo Cobo, Subdirector General de Coordinación de Sanidad Penitenciaria: teléfono (913354845); fax (913354992); correo electrónico (sgsp@dgip.mir.es)