Más De Seis Años Sin Esclarecerse La Muerte De Un Joven De Veintiocho Años En La Cárcel De Albocàsser

La familia de Manuel Fernández Giménez se mantiene como acusación particular gracias al apoyo de la asociación Familias Frente en la Crueldad Carcelaria, que denuncia que hubo una negligencia médica por parte de las responsables sanitarias del centro y que el relato descrito en los informes médicos del juzgado sobre las causas que provocaron la muerte del joven resulta incongruente

Según la versión oficial del centro penitenciario de Albocàsser (Castellón II), el cuerpo sin vida de Manuel Fernández Giménez, de veintiocho años, fue hallado en la celda de aislamiento donde cumplía una sanción disciplinaria la mañana del 22 de octubre de 2017. Sin ningún tipo de acompañamiento psicológico ni preparación para comunicar algo tan grave, la familia recibió la noticia por vía telefónica. Un trabajador del centro se ponía en contacto con Antonia Giménez, madre de Manuel, ese mismo día, para comunicarle que su hijo había muerto en prisión, pero que aún no se conocían las causas. Muestra de ello es que en el primer informe emitido por el médico forense del juzgado pocos días después del fallecimiento, constaría como «muerte súbita a estudio».

Días después de encontrar el cuerpo sin vida del joven, la funeraria que trabaja con instituciones penitenciarias envió el cadáver de Fernández desde Castellón hasta Murcia –de donde era natural y donde vivía su familia– con instrucciones de que no se mostrara todo el cuerpo, tan sólo la cabeza. “Ningún documento explicativo ni certificado de defunción, y sólo la orden verbal de que se enterrara de inmediato”, relata su madre, que a la vez detalla como la familia se opuso y se empeñaron en examinar el cuerpo de su hijo que, según explica, presentaba numerosos signos de violencia y rigidez. Nariz rota; hematomas y dos puntos en la barbilla –sospechan que de una pistola Taser–; marcas de ligaduras en muñecas, brazos y tobillos; uñas rotas; el pecho lleno de heridas; cardenales por todo el cuerpo y marcas en el cuello.

“Mi hijo estaba sano como una manzana y era más guapo que uno sol. ¿Cómo podía ser que muriera con veintiocho años de ‘muerte súbita’ estando en aislamiento, sin contacto con nadie más que los funcionarios, y con estas marcas de violencia?”, se preguntaba su madre. Según explica Antonia, su hijo se había quejado más de una vez de las palizas recibidas por los funcionarios del centro, y ya había alertado a su familia de sufrir gitanofobia por parte de algunos carceleros. Al ver esas marcas, la familia pidió una segunda autopsia, que fue denegada por el juez y, finalmente, el cuerpo de Manuel fue enterrado.

Hasta un año después del entierro del cuerpo no se emitió el informe oficial del médico forense del juzgado, donde no constaban las lesiones descritas por su familia cuando vieron el cuerpo de forma presencial. Por el contrario, el documento sí reconocía una equivocación de la auxiliar de enfermería y la médica de prisión, responsables de haberle suministrado al joven una dosis equivocada de metadona: 85 mg en lugar de los 20 mg que tenía recetados. Al darse cuenta de su error, la auxiliar habría avisado a la médica de la cárcel rápidamente, pero aseguran que ésta tardó dos horas en enviar a Manuel a enfermería para administrarle una dosis de antagonista (naloxona) por vía intramuscular.

Inmediatamente después, le habrían devuelto a su celda sin ningún tipo de control o seguimiento médico, en lugar de administrarle una dosis de antagonista cada hora y media o dos horas durante 24 horas, como hubiera sido el procedimiento médico habitual por este tipo de casos, o haberlo trasladado a un centro hospitalario como ordena el protocolo correspondiente a este tipo de situaciones. El cuerpo sin vida de Manuel lo encontraron, según el mismo informe, en el primer recuento del día siguiente.

Autodefensa ante la violencia institucional

Con estos antecedentes y las evidencias de una posible negligencia por parte de las responsables médicas del centro, y gracias al apoyo y acompañamiento de la asociación Familias Frente en la Crueldad Carcelaria (FFACC), los familiares de Manuel pudieron llevar a cabo una denuncia por la vía penal contra la médica y el auxiliar de enfermería del centro penitenciario de Albocàsser. Tras la inhibición por parte de la Fiscalía, que finalmente no presentó acusación por basarse únicamente en los informes médicos emitidos por el juzgado y atribuir la muerte a posibles patologías médicas previas del joven. El único factor que mantiene viva la causa penal es la acusación particular de la familia con el apoyo de la asociación FFACC que, casi siete años después de la muerte sigue esperando a que se celebre el juicio y se esclarecen los hechos.

“Nosotros no creemos en su versión desde el principio. El informe forense ignora todos los signos de violencia que vimos en su cuerpo cuando llegó aquí, e incluso si fuera una muerte por sobredosis de metadona como alegan en sus propios informes, quién fue responsable de suministrarle las dosis incorrectas? Y si se equivocaron y tenía una sobredosis, ¿por qué no le trasladaron a un hospital inmeditadamente y le realizaron un seguimiento y un control médico? ¿Por qué le dejaron que muriera solo en una celda?”, se pregunta Antonia. “Mi hijo estaba sano como una rosa, no tenía ninguna patología previa ni ningún problema de salud antes de entrar. Aquí hay demasiadas cosas que no cuadran”, asegura. «Nosotros queremos justicia y llegaremos hasta el final, y sobre todo queremos que se aclaren las causas y los responsables de la muerte de mi hijo», concluye.

Los gastos jurídicos derivados de un procedimiento penal tan largo como este, que permita esclarecer las causas de la muerte de una persona en un centro penitenciario mediante una denuncia particular, son muy elevados. Hacerles frente de forma colectiva es precisamente uno de los objetivos de la asociación Familias Frente a la Crueldad Carcelaria, que desde 2017 acompaña a diferentes familias en la denuncia de casos de violencia institucional en diferentes prisiones del Estado. Aparte del caso de Manuel, desde la asociación se acompañan otros casos vinculados a penas de larga duración de personas con graves problemas vinculados a la salud mental y al sufrimiento psíquico, abandono médico y efectos del aislamiento, el castigo y las largas condenas, con los impactos que esto tiene sobre las personas presas, pero también sobre sus entornos y sus familias.

Para poder hacer frente a estos gastos derivados del acompañamiento jurídico y asistir a los familiares de las personas presas que sufren este tipo de violencias del sistema penitenciario, desde la asociación se ha puesto en marcha una campaña de micromecenazgo con el objetivo de recoger fondos y continuar con esta estrategia y labor de autodefensa ante la violencia y crueldad carcelaria. “Para poder seguir acompañando a este tipo de casos y hacer frente a los gastos jurídicos ahora necesitamos apoyo económico. Confiamos en la solidaridad de las personas que comprendan nuestra lucha, nuestras necesidades y carencias, y en la de los grupos y asociaciones que conocen la crueldad de las prisiones y las violencias del sistema punitivo, y están dispuestas a hacerle frente de forma colectiva y autogestionaria”.

Traducción del catalán de un artículo de Vicent Almela, en La Directa, 30-IV-024

En recuerdo de nuestra compañera y hermana Pastora González Vieites en el quinto aniversario de su muerte

Una compañera nos ha pasado estas imágenes de una jornada anticarcelaria que organizamos en el CSOA La Casika de Móstoles el 14 de julio de 2018. En ellas se puede ver a nuestra compañera y hermana Pastora durante nuestra charla junto a algunas compañeras de la asociación y a otras personas que participaron en la jornada.

Ella está siempre con nosotras. Nos acordamos de ella todos los días con mucha ternura y nos da fuerza para seguir adelante.

¡SI LA LUCHA NO MUERE, PASTORA NO MUERE!

Más información sobre aquella jornada: https://liberonsles.wordpress.com/2018/07/10/mostoles-madrid-14-de-julio-cso-la-casika-jornada-anticarcelaria-organizada-por-familias-frente-a-la-crueldad-carcelaria/

 

¡Juan Ruiz a la calle! Una nueva llamada de socorro

«Juan Ruiz López lleva preso demasiados años, casi veinte desde su última entrada, que tampoco ha sido la primera. La mayor parte de ese tiempo lo ha pasado en primer grado o en régimen especial de castigo, lo que se llama DERT en Cataluña. Por reivindicar y exigir sus derechos, pero también porque, padeciendo un trastorno mental muy grave, es totalmente incapaz de adaptarse a la absurda vida carcelaria. Así que no ha dejado de sufrir castigos, encierro, aislamiento, ataduras, palizas y torturas, lo que la institución carcelera tiene reservado para gente como él en lugar de los cuidados que la sociedad debería ofrecer a un enfermo de esas características. Como esos cuidados son imposibles en unas cárceles donde no hay psiquiatría en absoluto y ni siquiera apenas sanidad, medicina o servicio de salud alguno, lo que debería ser tratado como síntoma patológico se convierte en infracción y conduce a un régimen de castigo tan destructivo que vuelve locos hasta a los más cuerdos. Y es que para eso sirve la cárcel, para arrinconar, condicionar brutalmente y destruir más o menos rápidamente a los inadaptados, mientras vive de su sufrimiento y miseria una legión de parásitos.»

Eso decíamos hace un para de meses cuando publicamos otro vídeo de Juan que nos había llegado. Lo repetimos porque nada ha cambiado y Juan vuelve a pedir socorro. ¡Juan no debe estar en la cárcel! ¡No le dejemos solo! ¡Juan Ruiz a la calle!

Aquí se le puede escribir a él:

Juan Ruiz López
Centro Penitenciario Mas d’Enric
Travessia Comella Moro 15
43764 El Catllar, Tarragona

Y aquí debajo teléfonos para llamar a las instituciones responsables interesándose por Juan:

Departamento de Justicia de la Generalitat: 93 857 40 00
Cárcel de Mas d’ Enric: 977 59 20 70

¡Juan Ruiz a la calle!

Juan Ruiz López lleva preso demasiados años, casi veinte desde su última entrada, que tampoco ha sido la primera. La mayor parte de ese tiempo lo ha pasado en primer grado o en régimen especial de castigo, lo que se llama DERT en Cataluña. Por reivindicar y exigir sus derechos, pero también porque, padeciendo un trastorno mental muy grave, es totalmente incapaz de adaptarse a la absurda vida carcelaria. Así que no han dejado de sufrir castigos, encierro, aislamiento, ataduras, palizas y torturas, lo que la institución carcelera tiene reservado para gente como él en lugar de los cuidados que la sociedad debería ofrecer a un enfermo de esas características.

Como esos cuidados son imposibles en unas cárceles donde no hay psiquiatría en absoluto y ni siquiera apenas sanidad, medicina o servicio de salud alguno, lo que debería ser tratado como síntoma patológico se convierte en infracción y conduce a un régimen de castigo tan destructivo que vuelve locos hasta a los más cuerdos. Y es que para eso sirve la cárcel, para arrinconar, condicionar brutalmente y destruir más o menos rápidamente a los inadaptados, mientras vive de su sufrimiento y miseria una legión de parásitos.

Juan nos ha hecho llegar un vídeo explicando que no le dan el tratamiento farmacológico que tiene prescrito, que no le proporcionan tampoco ningún otro tipo de tratamiento médico ni terapéutico, que ni siquiera le dejan ver a su madre anciana. Dice que tiene «las ganas de quitarse la vida». Juan debería ser excarcelado, debería haberlo sido hace mucho tiempo, porque dentro no puede dejar de recorrer una y otra vez el mismo círculo vicioso, buscarse más condenas, morir poco a poco o de una vez para siempre, por su propia mano o a las de los carceleros.

¡No le dejemos solo!

Aquí se le puede escribir a él:

Juan Ruiz López
Centro Penitenciario Mas d’Enric
Travessia Comella Moro 15
43764 El Catllar, Tarragona

Y aquí debajo teléfonos para llamar a las instituciones responsables interesándose por Juan:

Departamento de Justicia de la Generalitat: 93 857 40 00
Cárcel de Mas d’ Enric: 977 59 20 70

¿Por qué muere nuestra gente en las cárceles?

¿POR QUÉ MUERE NUESTRA GENTE EN LAS CÁRCELES?

¿No será por la suma de tratos crueles, inhumanos y degradantes de todo tipo que se le hace sufrir en ellas cotidianamente?

Porque allí son habituales las torturas y malos tratos. Existe un régimen de castigo que destruye física y mentalmente a sus víctimas. Se traslada arbitrariamente a la gente, desarraigándola de su entorno social y familiar. Se obstaculizan las comunicaciones con la calle, imponiendo despóticamente su intervención y todo tipo de restricciones. El acceso a la cultura casi no existe. Se censuran las publicaciones «por motivos de seguridad». No existe libertad de expresión ni de asociación. La explotación laboral es enorme. Las mujeres presas están doblemente discriminadas, por presas y por mujeres.

La situación sanitaria es catastrófica, porque la administración penitenciaria incumple sistemáticamente su obligación legal de asegurar a las personas presas unas prestaciones médicas, sanitarias y farmaceúticas iguales a las de cualquier ciudadano. Se abandona a los enfermos sin proporcionarles la medicación y los tratamientos que podrían salvarles. Y, sin embargo, no se aplica la legislación que dispone que deben ser liberados los enfermos graves con padecimientos incurables más que cuando ya es inevitable su muerte a corto plazo. Los enfermos psiquiátricos constituyen un porcentaje muy elevado de la población reclusa, sin que se les reconozca su condición ni se les cuide, yendo a parar muchos de ellos, por el contrario, al régimen de castigo, de donde han salido muertos unos cuantos. En las cárceles no existe psiquiatría ni psicoterapia que valga. Y no es que pensemos que la actividad corriente de los «profesonales de la salud mental» sea ninguna panacea, pero siempre será mejor que el aislamiento, las porras de goma, el gas pimienta o las sujecciones mecánicas.

No es extraño que casi la mitad de los puestos de trabajo médico-sanitario permanezcan vacantes: ¿quién va a querer trabajar en condiciones tan indignas? De los que tienen estómago suficiente, muchos médicos suelen hacerse cómplices de las frecuentes torturas al hacer la vista gorda ante las lesiones resultantes. El tráfico de drogas ilegales está consentido, pero, además, se proporciona a los presos todo tipo de drogas legales adictivas sin apenas control médico, para que no molesten. Se suministra metadona sin necesidad y con tal negligencia que ha habido muchas muertes por sobredosis, administradas por los mismos servicios médicos carcelarios. La mortalidad ‒muchas veces por causas como sobredosis, suicidio o «muerte súbita»‒ es en las cárceles mucho más elevada que en la calle y abundan los fallecimentos en circunstancias extrañas y dudosas, que nunca se aclaran, ya que no se cumplen los trámites prescritos legalmente para ello ni se da a los familiares la oportunidad de exigirlos.

Las personas presas están indefensas frente a todo eso y ante multitud de decisiones de las administraciones carcelaria y judicial que les perjudican gravemente. Los Servicios de Orientación y Asistencia Jurídica Penitenciaria y la justicia gratuita son insuficientes. Los Juzgados de Vigilancia, encargados de la “tutela judicial efectiva” de los derechos de los presos, inoperantes. El poder punitivo del Estado se ejerce sin respetar ninguno de esos derechos que, en teoría, lo justifican.

Somos familiares y gente solidaria con las personas presas. Muchas hemos sufrido la muerte de nuestros hijos, hermanos o compañeros, supuestamente confiados al “cuidado” de las instituciones estatales. Estamos intentando apoyarnos mutuamente, organizarnos y coordinarnos para afrontar, denunciar y, a ser posible, detener esa situación degradante. Hacemos un llamamiento a unirse a nosotras a todas las familias, amistades y vecindario de personas presas, y a toda persona sensible y respetuosa de la dignidad humana.

¡BASTA DE ABANDONO MÉDICO EN LAS PRISIONES!

¡NI UN MALTRATO, NI UNA MUERTE MÁS!

Familias Frente a la Crueldad Carcelaria

«Cada vez que suena el teléfono pienso que me dirán que mi hijo ha muerto»: entrevista a la familia de un Preso

Lidia y Alfonso tienen un hijo que está privado de libertad desde hace más de diez años. Ha pasado por diferentes centros penitenciarios del Estado español y actualmente se encuentra preso a más de 600 kilómetros de su casa. Aparte de la distancia y el gasto económico que les supone visitar a su hijo, también denuncian el maltrato y las vejaciones constantes por parte de la administración penitenciaria a los que está sometido. Ambos forman parte de la asociación Familias Frente a la Crueldad Carcelaria, un espacio donde compartir experiencias y cuidados con otros familiares y amistades de personas presas, dar voz y atender las necesidades básicas como facilitar el acceso a la defensa o ropa.

Antes de que vuestro hijo entrara en prisión, ¿qué imagen teníais del sistema penitenciario?

Alfonso: Una imagen bien distinta. Lo disfrazan de una manera que hasta que no lo vives en primera persona es imposible que te des cuenta. Los medios de comunicación no informan sobre lo que pasa dentro de las cárceles, sólo dan voz a los funcionarios. Yo pensaba que las cárceles eran centros de reclusión donde las personas cumplían sus condenas de una forma digna. Pero ahora me he dado cuenta de que es todo lo contrario. Es una humillación tras otra. Las personas pasan a ser desechos humanos.

Lidia: Yo tampoco tenía la misma visión que tengo ahora que lo vivo en mi propia piel. Tenía la idea de que cuando alguien hacía algo ilegal debía cumplir su condena. Pero de forma normal, sin vejaciones, ni humillaciones, ni agresiones ni dejándolos sin asistencia médica. Todo esto para mí ha sido nuevo. Nuestra experiencia está siendo nefasta.

¿Cómo afecta la cárcel a vuestra vida diaria?

A.: De forma indirecta nosotros también estamos privados de libertad. Dependemos completamente de la institución penitenciaria. Hay unos horarios determinados en los que nos podemos comunicar, entonces tienes que dejar lo que estés haciendo, si quieres hablar con tu hijo. Las visitas son una vez a la semana, si estás cerca, y si estás lejos, cuando te lo puedes permitir económicamente. Los trasladan para que no puedas verlos. Y eso les desestabiliza como personas. Esta es la razón de muchos de los problemas que suceden después en las cárceles. Según ellos son culpa de los presos, dicen que un preso se vuelve agresivo de pronto, pero yo creo que son ellos los que provocan que los presos se pongan violentos.

L.: A mí principalmente me afecta psicológicamente. Cada vez que hablo con mi hijo me pregunto: ¿será el último minuto de su vida? ¿Lo volveré a oir? Cada vez que suena el teléfono de casa pienso que me van a decir que mi hijo ha muerto.

¿Con qué situaciones concretas os habéis encontrado?

A.: La que más nos afectó fue el episodio de tortura y el maltrato que sufrió nuestro hijo en la prisión de Aranjuez. Encima no pudimos visitarle, ni su abogada tampoco. Automáticamente le impidieron el acceso a las visitas, al médico forense, a las llamadas. No había manera de ver la gravedad de las heridas. Otro tema es cómo nos tratan a los familiares. Lo hacen como si también fuéramos reclusos, con un despotismo exagerado. Y encima tienes que callar porque, si decimos algo, lo castigarán a él. Le pueden quitar las visitas, dejarlo seis meses sin comunicación. Una vez ya estuvimos seis meses sin poder comunicar. Decían que le habían encontrado droga y nos acusaban a nosotros.

L.: Recibimos una citación como imputados. Yo me cabreé muchísimo. Evidentemente, al final nos absolvieron, pero los seis meses sin ver nuestro hijo no nos los quita nadie. Después de que le pegaron la paliza que comenta mi marido, lo dejaron hecho un cromo, no querían que la abogada viera en qué estado estaba mi hijo e inmediatamente lo trasladaron a Zuera para que no pudiera contactar con ella. Querían que se recuperara de las heridas antes de que ella lo visitara. Finalmente pudimos denunciarlo y el proceso va adelante. Por este caso he recibido amenazas telefónicas por parte de funcionarios, pero no tengo miedo.

¿Sentís que la sociedad os juzga por ser familiares de una persona presa?

A.: En mi entorno no. Siempre nos han apoyado. Vivimos en un entorno de clase trabajadora y nunca me he sentido juzgado por tener un hijo preso. No somos los únicos.

L.: Quien nos juzga son los funcionarios cada vez que vamos a verlo. Y luego están las vecinas que lo hacen por el morbo. Te quieren sacar información para luego contarlo por ahí.

¿Qué es la asociación Familias Frente a la Crueldad Carcelaria?

L.: Es una asociación creada por familiares y amigos de personas que están presas. También hay personas que han perdido familiares dentro de las cárceles. El objetivo es que los presos puedan tener abogados, que sienten que tienen personas fuera que les apoyan… Por ejemplo, hace poco hicimos una calçotada y vendimos libros para recoger dinero para la caja de resistencia y pagar abogados. Participar en estas actividades también nos sirve para socializar y evadirnos un poco de la realidad que vivimos.

A.: De momento es una asociación muy joven, estamos empezando. Hemos organizado talleres de autoayuda, cuidados y apoyo mutuo para las familias. Hablamos con personas que tienen el mismo problema y sufren como tú. Gracias a la asociación nos damos cuenta que no estamos solos.

Convocatoria a todas las personas afectadas por la huelga de carceleros a entablar colectivamente acciones legales por los perjuicios sufridos

¡DEFENDAMOS A NUESTRA GENTE!

Durante los seis días de huelga que han hecho los funcionarios de prisiones en octubre y noviembre, han atropellado los derechos de la gente presa, sus familias, sus abogados, etc. Además de que en las semanas anteriores los guardias han desarrollado una verdadera espiral de provocaciones y agresiones a las personas presas, durante la huelga y por su causa se han perdido visitas médicas, citas hospitalarias, turnos quirúrgicos, medicaciones, curas, comidas, entrevistas con abogados, comparecencias judiciales, permisos de salida, horas de paseo, actividades deportivas, culturales o educativas  y, sobre todo, comunicaciones. Los piquetes han bloqueado las entradas a muchas cárceles y coaccionado a las personas que venían de visita, impidiéndoles entrar siquiera a los recintos.

Así, han pisoteado, entre otros, nuestros derechos a la vida y a la integridad física y moral, a la salud, a la defensa jurídica, a no padecer tratos crueles, inhumanos y degradantes… Tampoco han quedado garantizados los servicios mínimos, que prácticamente no se han prestado, ni se ha avisado adecuadamente a las personas afectadas de los que iban a quedar restringidos por la huelga. De todo ello son responsables los funcionarios de prisiones huelguistas, los sindicatos convocantes y, en muchos aspectos, la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias.

Los sindicatos de carceleros han asegurado que van a continuar convocando huelgas cada vez más largas –de una semana entera la próxima– hasta llegar, si no se atienden sus demandas, a la huelga indefinida. Como es de suponer que continúen actuando como lo han hecho hasta ahora y todavía peor, no nos queda más remedio que defendernos nosotras mismas y a nuestra gente presa.

Por eso, nos dirigimos a las personas presas, familiares, amistades, abogados, etc. que, en las pasadas o en futuras jornada, se hayan visto o se vean perjudicados de algún modo por la huelga de funcionarios de prisiones, por sus abusos durante la misma y por la negligencia de la administración penitenciaria.

Os proponemos entablar colectivamente acciones legales contra los responsables (carceleros, sindicatos y Secretaría Genral de Instituciones Penitenciarias), por las vulneraciones de nuestros derechos, por las acciones delictivas perpetradas contra nosotros y por las daños y perjuicios materiales y económicos que se nos hayan causado.

Convocamos a todas las personas afectadas a que nos envíen sus datos —nombre, apellidos y número de DNI— y un relato de lo que les ha sucedido a la dirección de e mail: lavozdelxspresxs@riseup.net

También podéis llamar al teléfono: 667224824

Familias Frente a la Crueldad Carcelaria

La huelga de los funcionarios de prisiones contra los derechos de las personas presas y de sus familias

A continuación, la versión en castellano de un artículo nuestro publicado en catalán en  la página web de La Directa. En él se explica con cierto detalle cómo nos ha afectado la huelga a las personas presas y a sus familias, se discuten los principales argumentos de los carceleros huelguistas, se denuncia, entre otras cosas, que hayan elegido como medio de presión provocar, maltratar y perjudicar a la gente presa y a sus familiares.  Sigue leyendo